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El experto en juegos Dario De Toffoli lo explica, una vez más.

 

Dario De Toffoli es un experto en juegos italiano, aficionado a los mismos desde los años 1980s, lo que en sus propias palabras "dio un gran giro" a su vida: "Poco a poco abandoné la profesión de químico, comenzando a hacerme cargo de todos los aspectos o competencias técnicas y culturales que rodean al juego". En 1986 fundó Studiogiochi, una empresa lúdica italiana todavía activa. Ha publicado una docena de libros, creado una veintena de juegos, y ha asesorado a diversas instituciones, al gobierno italiano, o permanentemente a las Olimpiadas Mind Sports de Londres.

Dario De Toffoli
 
Dario De Toffoli mantiene una sección en Il Fatto Quotidiano, de donde hemos adaptado al castellano su más reciente artículo: Diritto alla proprietà intellettuale: anche i giochi hanno un autore (22 noviembre 2014):

Derechos de propiedad intelectual: los juegos también tienen un autor

Usted puede tomar cualquier libro y comprobar que tiene un título y un autor. Es natural que sea así, aunque a veces el autor esté más destacado que el título, ya que puede ser un valor en sí mismo y el editor sabe que le ayudará a vender más. En las cajas de los juegos de mesa debe ser lo mismo, porque la situación es muy similar, pero no siempre fue así.

Muchos editores obtusos tendían a omitir el nombre del autor, y esa práctica estuvo a punto de hacer mella en sus derechos de propiedad como creadores. Y si hoy la situación ha mejorado mucho (y no sólo en los mercados más desarrollados como Alemania y los Países Bajos, sino también en nuestro país [Italia]), se debe a las posiciones de los grandes autores pioneros como el inolvidable Alex Randolph, que tenía la fuerza para rechazar los contratos que no incluían el nombre del autor en la portada. Se han formado asociaciones de autores, como SAZ (Spiel Autoren Zunft, asociación de autores de juegos en Alemania), y hoy en día el papel de los autores es generalmente reconocido y en muchos casos comienza a ser una ventaja, ya de forma similar al caso de los autores de libros.

Así pues, ha habido algunos progresos. Pero pocos avances en el campo de la defensa de la propiedad intelectual.

En los años sesenta se produjo el caso del clon de Scrabble [Alfred M. Butts, 1949], el Scarabeo italiano, que incluso ganó una batalla legal internacional [Porque tenía 15x15 casillas en vez de 17 y otros cambios menores - Más info aquí]. Más fuerte quizás incluso que este precedente es que algunas empresas italianas no tenían escrúpulos para publicar otros clones de juegos de éxito internacional - porque por otra parte, si la ley lo permite...

Pero la cosa se complica internacionalmente.

Por ejemplo Cartagena, un juego de Leo Colovini, tiene dos clones producidos en Ucrania: con el mismo mecanismo y aspecto diferente. Colovini ha tratado de ponerse en contacto con el productor ucraniano... que más o menos se ha reído  en su cara. ¿Qué hacer entonces? ¡Nada! ¿Cómo iniciar una causa internacional sin demasiada esperanza, si se trata de una cuestión de no más de unas pocas decenas de miles de copias?

Pero el caso más sensacional es el del juego de cartas Bang! de Emiliano Sciarra, el producto estrella de dV Giochi, una joven y emprendedora editorial italiana fundada en 2001. Bang! fue un gran éxito, con más de un millón de copias vendidas en todo el mundo (un hito excepcional para un juego italiano). Bien, pero el hecho es que la empresa china Yoka - cuenta Roberto Corbelli, dueño de dV - ha hecho un clon ambientado en la antigua China: La leyenda de los Tres Reinos, del que se han vendido seis millones de copias, sin que Sciarra y dV vieran recompensa alguna de la que tienen derecho.

¡Y aún hay más! Yoka comenzó a distribuir su juego incluso en los EE.UU., a través del distribuidor Ziko. Esto fue demasiado para el valiente de Corbelli, también porque existen leyes en Estados Unidos sobre los derechos de autor. Y así, a cualquier precio, Corbelli ha contratado a un gran bufete de abogados de Estados Unidos y presentó una demanda en Texas. La decisión pre-judicial deja abiertos unos cuantos puntos, y ahora las partes están preparando su documentación y lo discutirán en la corte en 2015 [Más info de este asunto].

Todos nuestros mejores deseos para Corbelli y dV: ciertamente un éxito no sería ya conseguir la indemnización por los seis millones de copias vendidas en China, sino el gran beneficio para el pequeño mundo de los juegos que supondría ver reconocido el derecho a la propiedad intelectual.


 

Clones de juegos, son también los flagios en la más bochornosa tradición lúdica española (¿Creíamos que se acabaron en los 1990s?).

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